La vida es un viaje maravilloso, pero, por suerte o por desgracia, no es un viaje estático. El cambio es inherente a la vida. Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede que no formen parte de nuestro presente.
Cada cambio o circunstancia en la vida, nos brinda la oportunidad de crecimiento personal o de autodestruirnos. ¿Qué es lo positivo de todo esto? Que nosotros tenemos el poder. Nosotros podemos determinar en cierta medida nuestro destino. Y está demostrado que las personas que saben cómo manejar el cambio tienen más éxito en su vida.
Dicho así, esto parece muy sencillo, pero la mayoría de nosotros no hemos tenido una asignatura en el colegio o en la universidad en la cual nos hayan enseñado a manejar el cambio con éxito. Muchas veces no disponemos de las herramientas adecuadas, algunas personas lo evitan, luchan contra ellos, o simplemente se muestran pasivas frente a lo que les acontece en la vida.
Que una situación de cambio se convierta en una crisis personal o nos lleve a un triunfo, radica en nosotros mismos:
- En primer lugar, en nuestra perspectiva del problema: cómo lo vemos y nos posicionamos ante él. ¿Lo vemos como un reto del que vamos a salir más fuertes o como algo que nos invade, que está fuera de nuestro control, del que nada podemos hacer?
Decía Viktor Frankl (psicoterapeuta que vivió en un campo de concentración y escribió “El hombre en busca de sentido”), que “al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino”.
- En segundo lugar, los recursos sociales con los que dispongo y el uso que hago de ellos. ¿Cuándo tengo un problema o dificultad pido ayuda, me apoyo en mis seres queridos (familia, amigos, compañeros de trabajo…? ¿O más bien me lo guardo y me siento vulnerable/una carga si lo comparto? A nivel personal, ¿confío en mis fortalezas y tengo un buen nivel de confianza?
- Por último, cómo respondo frente al cambio o circunstancia, es decir, qué es lo que hago. ¿Lo enfrento, lo “miro a los ojos”? ¿O por el contrario prefiero evitarlo, mirar a otro lado, hacer mi vida sin pensar en ello esperando que en algún momento pase con ayuda del tiempo? Desde luego que sabemos que ningún problema desaparece al evitarse, aunque tratemos.
Para terminar la reflexión, traigo una frase de Einstein que dice: “La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en los retos donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera los retos se supera a sí mismo sin quedar superado”. ¡Qué razón!, ¿verdad? …De nosotros depende.