Me piden que reflexione sobre todo lo que está pasando. No quiero hablar más de infectados y enfermos en la UCI, ni de trabajar desde casa, ni de llevar equipos virtualmente o aprender a convivir con los niños en casa. Todos son temas más que importantes, pero quiero hablar de lo que vemos los psicólogos desde las trincheras. La mayoría no estamos expuestos al Covirus, pero estamos expuestos a la ansiedad, la angustia, la frustración y la tristeza que todo esto está generando. Estamos ayudando a personas normales que han sido abofeteadas con situaciones imprevisibles, variables, complejas y de emergencia sobre las que no tenemos control. En el programa PAE las llamadas se han multiplicado por 5 con personas cómo nosotros que piden ayuda para rebotar tras la bofetada de la pandemia. Personas que están perdiendo seres queridos, personas con mucho miedo a infectarse o infectar a los demás, personas que se encuentran encerradas con niños hiperactivos o parejas con las que se llevan mal, personas que se sienten sin recursos e incluso quieren tirar la toalla. Nuestro esfuerzo es el de acompañar y escuchar. Ayudar a reflexionar y encontrar la paz. Sacamos de nuestra maleta herramientas como pedir que instauremos rutinas, que hagamos ejercicio en casa, que comamos sano y durmamos bien, que nos duchemos y vistamos como si fuéramos al trabajo, que combatamos la soledad con nuevas tecnologías buscando el soporte de amigos y familiares, que usemos el humor y nos riamos, que nos mantengamos ocupados y aprovechemos para hacer cosas pendientes, que seamos agradecidos, practiquemos yoga, meditación, relajación, mindfulness, exploración corporal, que cuidemos como vemos las cosas buscando siempre el afortunadamente… en lugar del que horror, que limitemos el acceso a la información, y solo atendamos la fiable… Herramientas que ayudan. Otra cosa es que nos cueste más o menos utilizarlas. Todo lleva tiempo. Los programas de asistencia al empleado ofrecemos apoyo a la hora de implementar esas herramientas que mejor se adapten a nuestras necesidades. Pero la reflexión nuestra va más allá de lo que experimentamos ahora y lo que podemos hacer para “llevarlo bien”. Nos preocupa el futuro. Y es bueno que ya todos estemos anticipando lo que vendrá después porque significa que empezamos a ver el final. Cuando todo acabe saldremos magullados y preocupados por la situación económica. Saldremos con otros miedos y ansiedades. Saldremos con duelos que procesar, yo el primero. Siempre habrá gente para ayudarnos, apoyarnos y estar a nuestro lado a la hora de recomponernos y volvernos a levantar. Siempre nos tendremos a nosotros mismos. De esto queda tomar conciencia de quienes somos. De lo que importa, de valores y de cómo nos relacionamos con el mundo. Tendremos también que ver si lo que nos importa es el dinero y el ROI o el prójimo, las personas; el tiempo o el triunfo social; el a o el b.