Hace unos meses me puse como objetivo hacer un Ironman. El Ironman es un triatlón que consiste en nadar 3,8 kilómetros, montar 180 kilómetros en bicicleta y, después, correr una maratón. Entrenar para una carrera de este estilo requiere recorrer mucha distancia, dedicarle mucho tiempo y estar dispuestos a hacer muchos sacrificios. Al fin y al cabo, el aspecto más difícil de este tipo de entrenamiento no es la cantidad de tiempo que te pasas corriendo, nadando o montando en bici y la fatiga que viene como consecuencia, sino que es la disciplina, la paciencia y la dedicación que debes tener. Hay que tener claro que todos los días tienes que hacer un poco para poder mejorar y asi llegar a tu objetivo.
Esta misma idea se puede aplicar a la vida en general. Tenemos la mentalidad de que si nos centramos en los objetivos que nos hemos puesto, entonces los alcanzaremos. De que nos llegará porque tenemos la percepción de que hemos hecho mucho para merecérnoslo. Existe una fijación excesiva con el resultado frente al proceso cuando debería ser al revés. Es decir, cuando se haya establecido el resultado que se quiere alcanzar la atención debe cambiar a cómo se va a llegar a dicho resultado.
Centrarse en el resultado te transmite la sensación de que estás estático, que no estás avanzando ya que no lo has alcanzado. Tu progreso lo estás midiendo únicamente en los logros y resultados obtenidos. El no poder conseguir el resultado deseado conlleva una serie de consecuencias negativas como son la percepción de no tener control sobre el resultado, el culparse a uno mismo, el dudar de tu autoeficacia, etc.
Por otro lado, enfocarse sobre el proceso te da una perspectiva y un camino a recorrer diferente. Te permite construir poco a poco estableciendo una serie de objetivos menores que son fácilmente alcanzables dándote la sensación de estas progresando y de que el locus de control es interno. Asienta hábitos y creencias que llevan a poder conseguir los resultados deseados. Centrarte en el proceso te permite perfeccionarlo ayudándote a identificar los errores que se están cometiendo además de aquello que se ha aprendido y lo que se está aprendiendo. En esencia es ser consciente del presente en vez de dejar que la ansiedad por el futuro te afecte. Por ello no hay que centrarse en si vas a llegar al objetivo o no, sino en no frenarse a la hora de intentar alcanzarlo.
Juan González