La creciente globalización hace de la diversidad e inclusión una auténtica necesidad. Muchos estudios demuestran que construir organizaciones de cultura inclusiva aumentan la productividad sea de manera directa o indirecta. Estas organizaciones inclusivas se construyen haciendo frente a diversidad de género, sexual, social y cultural en las fuerzas de trabajo y fuentes de talento.
La diversidad es algo innato del ser humano, cada persona es única en el mundo y se trasmite socialmente de forma natural. Las empresas son un reflejo de nuestra sociedad y ésta es cada vez más diversa e inclusiva, por ello es fundamental una buena gestión de la diversidad. La globalización de las empresas, como son las multinacionales nos obliga a implantar acciones para que todas las persona y culturas puedan convivir y ser productivos. La clave quizás resida en el respeto por las personas que no son iguales a nosotros teniendo en cuenta y valorando el talento de cada uno.
La pertenencia social es una necesidad humana. Según un estudio de Harvard Business Review (The Value of Belonging at Work, 2019), el 40% de las personas se sienten aisladas en su trabajo teniendo como resultado un menor compromiso con la empresa, lo que se traduce en baja productividad y mayor coste. Sentirse una persona incluida, no juzgada, respetada, valorada, comprendida y segura favorece un buen clima laboral. Evaluar, analizar y escuchar las necesidades individuales y cultura es fundamental para lograr la adaptación.
Las incipientes luchas por la igualdad de género, el crecimiento del colectivo LGTBIQ+, el aumento de la inserción de personas con capacidades diferentes, etc., impulsan este cambio en nuestra sociedad. La diversidad e inclusión son una realidad social. Contemplar esta necesidad no es suficiente, hay que implantar acciones para lograr de esas diferencias oportunidades.
Laura Fernández, Psicóloga Sanitaria.