¿Tienes que terminar un proyecto que dejaste en stand-by, el plazo está cada vez más cerca pero aun no te has puesto con ello? ¿Piensas que estás postergando tareas y no las terminas de hacer, aunque te sientes mal por no realizarlo? Cuánto estrés, culpa o frustración nos quitaríamos si fuéramos capaces de hacer las cosas que no nos apetece hacer cuando se supone que deberíamos hacerlas, ¿verdad?
La científica Heidi Grant ha investigado mucho sobre la procrastinación y encontró que podemos aprender a gestionar nuestro tiempo si encontramos la razón que nos lleva a postergar y utilizamos una estrategia adecuada.
Grant nos ofrece las razones más comunes que nos llevan a los seres humanos a procrastinar y estrategias para hacerles frente:
- Pospones algo porque tienes miedo a cometer errores.
Solución: adopta un “enfoque preventivo”. Esto significa que en lugar de pensar cómo obtener el mejor resultado, puedes concebir las tareas como una forma de aferrarte a lo que ya has logrado (como una forma de no perderlo). Por ejemplo, acabar un proyecto es una forma de evitar que mi jefe se enfade conmigo o tenga una mala opinión de mí. Aunque esto puede no ser muy agradable a simple vista, probablemente no haya una mejor forma de superar la ansiedad por el miedo al fracaso que reflexionar sobre las terribles consecuencias de no hacer nada en absoluto.
- Pospones algo porque no te apetece hacerlo.
Solución: ignora tus sentimientos, se están interponiendo en tu camino. En alguna ocasión todos hemos pensado que para motivarse y ser efectivo en el trabajo, es necesario experimentar que realmente queremos hacerlo. Es decir, estar entusiasmado con lo que hacemos. Es cierto que debemos tener un cierto grado de compromiso con lo que hacemos, pero no es necesario que nos guste hacerlo. Decía el artista Chuck Close que “la inspiración es para los aficionados; el resto de nosotros simplemente llega y se pone a trabajar”. Si eres de los que aplaza las tareas porque no le apetece hacerlas, recuerda que tampoco es necesario esperar a que te apetezca. En realidad, nada te lo impide.
- Pospones algo porque es aburrido, difícil, o desagradable.
Solución: utiliza la fórmula “si…entonces”. A veces la fuerza de voluntad falla porque es limitada. No siempre está a la altura de los desafíos que se nos presentan y que consideramos aburridos, complicados o tediosos. Utiliza la fórmula “si…entonces” para decidir qué pasos son los adecuados para terminar el proyecto que tienes en mente, el cuándo y el dónde. Te pongo un ejemplo: “si son las tres de la tarde, entonces dejaré lo que esté haciendo y empezaré a trabajar el primer punto del informe que me reclamó José”. Programa por anticipado lo que vas a hacer, dónde y cuándo, y anula cualquier tipo de duda que pueda surgir cuando te vayas a poner con ello (¿puedo hacerlo más adelante? ¿debo hacer otra cosa en su lugar? …). Esta fórmula reduce las presiones que pueden afectar a tu fuerza de voluntad y te puede permitir tomar la decisión correcta antes de que sea tarde.
Estas estrategias no son las comúnmente conocidas como “piensa en tus sueños y persíguelos”, “piensa en positivo”, “focaliza en todo lo que puedes conseguir”… pueden resultar menos vistosas pero son igualmente eficaces. ¡Pruébalas!