Me gusta mucho leer a Susan David, es concreto, su libro “Agilidad emocional” (Emotional Agility). Todas las investigaciones de esta psicóloga se centran en cómo podemos mantener una relación sana con nuestras emociones para poder sacar lo mejor de nosotros. Me interesa mucho su idea (y estoy de acuerdo con ella) de que “vivimos en un mundo que no nos prepara eficientemente para desarrollar las capacidades más esenciales que necesitaríamos como seres humanos, o sea, cómo cuidar de nosotros mismos, porque, si no podemos cuidar bien de nosotros mismos, tendremos problemas en todos los aspectos de la vida: nuestra salud, nuestra carrera profesional, la educación de nuestros hijos, nuestras relaciones de pareja, todo”.
Todos los seres humanos tenemos día a día una corriente interna de pensamientos y sentimientos. Algunos de estos incluyen la crítica, la duda y el miedo. Y es que, nuestro cerebro no está diseñado para ser feliz, está preparado para sobrevivir; para anticipar cualquier potencial peligro que pueda poner en dificultad nuestra supervivencia. Muchas personas se encuentran mal y tropiezan, no porque tengan pensamientos y emociones desagradables, sino porque se quedan atrapados en ellos. Nos quedamos atrapados normalmente de dos maneras: o nos creemos nuestros pensamientos tratándolos como hechos y evitamos situaciones; o negamos el valor de estos pensamientos, tratando de racionalizarlos y puede que incluso nos expongamos a situaciones que vayan en contra de nuestros valores y objetivos.
Las personas efectivas ni se creen ni intentan suprimir sus experiencias internas. Al contrario, las abordan de manera consciente, productiva, y teniendo en cuenta sus valores. ¿Cómo? Aquí cuatro prácticas desarrolladas por S. Hayes de la Universidad de Nevada:
- Reconoce tus patrones. ¿Sabes cuándo estás atrapado en tus pensamientos y sentimientos? Un truco: cuando tu pensamiento se vuelve repetitivo y rígido. Debes darte cuenta de que estás atrapado para poder iniciar un cambio.
- Etiqueta tus pensamientos y emociones. Un pensamiento es un pensamiento, y una emoción es solo una emoción. Etiquetar te permite ver tus pensamientos y sentimientos como lo que son: corrientes de datos pasajeros que pueden ser útiles o no. Es decir, “no hago lo suficiente en casa ni en el trabajo” se convierte en “tengo la sensación de que no hago lo suficiente ni en el trabajo ni en casa” o “mi compañero se equivoca y me hace enfadar” a “me parece que mi compañero se equivoca y eso me hace enfadar”.
- Acéptalos. Responde a tus ideas y emociones con una actitud abierta, prestándoles atención y permitete experimentarlas. Muestra compasión hacia ti mismo, hacia los demás, y examina la realidad de la situación.
- Actúa desde tus valores. Los pensamientos fluyen continuamente en la mente, las emociones cambian en el tiempo, pero siempre podemos apelar a nuestros valores en cualquier momento y situación, y actuar sobre la base de ellos. ¿Sabes cuáles son tus valores?¿Es la simplicidad, seguridad, utilidad, tradición, familia, deber, exactitud, cooperación, estabilidad, poder, tolerancia, responsabilidad…? Estos son solo algunos de ellos.
En resumen, no podemos bloquear y eliminar pensamientos y emociones difíciles. Si queremos conseguir agilidad emocional y ser felices, tenemos que ser conscientes de nuestras experiencias internas, pero no dejarnos atrapar por ellas. Utilicemos nuestros recursos internos y comprometámonos a actuar ajustándonos a nuestros valores.
María José Ortega Martínez